José Narváez Sánchez
El oficio de cantero es uno de los más
antiguos del mundo. A lo largo de la historia de la Humanidad, todas
las grandes civilizaciones han construido templos, palacios,
iglesias, murallas y casas persiguiendo, además de una utilidad,
plasmar en piedra una serie de conceptos o ideales que de haber
estado construidos en otros materiales no hubieran asegurado de igual
forma la inmortalidad de sus obras.
La importancia de los trabajos de
cantería queda manifiesta simplemente al observar las iglesias y las
grandes catedrales europeas, construidas utilizando como pieza base
los sillares; o las obras levantadas anteriormente por los romanos
(vías de comunicación, puentes, acueductos, etc.) con adoquines,
bloques o mampuestos.
Hoy en día, además de la utilización
en la construcción de edificios, un sector muy importante en el que
están presentes los trabajos de cantería es el constituido por el
arte funerario.
Trabajo de las piedras.
Una de las características básicas
que deben poseer las rocas empleadas en cantería es:
LA LABRABILIDAD, definida como la
aptitud o facilidad que presenta una roca a dejarse dividir,
desbastar, labrar o pulimentar. El corte, realizado con sierras o con
sistemas de cuñas, deberá seguir la dirección del grano de la
roca, sobre todo si ésta está estratificada.
Normalmente, la aptitud de labrabilidad
disminuye cuando las piedras son demasiado duras, excesivamente
tenaces o con una estratificación demasiado marcada.
Dado que las piedras se colocan en obra
en su estado natural, salvo tratamientos de conservación, los
trabajos que se realizan antes de dicha colocación, van encaminados
a darles la forma adecuada que deben tener en obra, así una vez que
se han extraído los bloques de la cantera es necesario darles la
forma adecuada para su posterior colocación en la obra.
Las diversas operaciones se engloban
con el nombre de labra de la piedra y no se realizan siempre todas a
una misma piedra, sino que dependen del uso a que se destinen.
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